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Así es el corazón de la mayor zona productora de marihuana en Sudamérica

VICE News acompañó al equipo de élite antinarcóticos de Paraguay a una redada en una zona que abastece a todo el sur del continente americano. La corrupción y la falta de oportunidades generan una producción masiva de la droga.
Photo par Simeon Tegel/VICE News
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Desde las alturas se ven unas largas filas de plantas de marihuana que dan color al bosque seco tropical que divide a Paraguay de Brasil, un territorio que parece no tener ley.

Una vez que nuestro helicóptero tipo Huey, de los que se utilizaban en la Guerra de Vietnam, aterriza con los miembros de las fuerzas especiales antinarcóticos, sabemos por qué Paraguay, una pequeña y conservadora nación, es uno de los países productores de marihuana más grandes del mundo.

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Las tropas fuertemente armadas saltan de la nave y comienzan a derribar los altos arbustos de cannabis con rápidos machetazos. Limpian el área entera, de unos siete acres, en menos de dos horas.

También queman los campos que los narcos abandonaron y las toneladas de marihuana cosechada, la cual se encuentra en diferentes etapas de proceso: desde que es deshidratada y molida, hasta que es comprimida en bloques de un kilo para ser transportada.

Luis Saprisa, capitán de infantería a cargo de esta unidad de élite de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay, conocida como SENAD, dice que aunque los traficantes generalmente huyen en cuanto escuchan los helicópteros de las autoridades, a veces abren fuego. Otras, también ponen trampas en las plantaciones, casi siempre hechas con alambre, resortes y tubos de metal.

"No pretenden eliminarnos", dice. "Saben que no van a ganar. Sólo buscan distraernos para ganar algo de tiempo y poder escapar".

Imagen por Simeon Tegel/VICE News

Desde las favelas de Río de Janeiro hasta las calles de Buenos Aires, Santiago y Lima, "paraguayo" es sinónimo de un tipo de marihuana disponible y barata que los consumidores asocian con una tos seca, con un terrible dolor de cabeza y con un poderoso "viaje".

Nadie disputa el estatus de Paraguay como el productor más grande de hierba en Sudamérica, aunque las cifras varían ampliamente. La SENAD estima que la cosecha en el país es de unas 10.000 toneladas al año, aunque algunos piensan que es seis veces ese número. Un reporte de las Naciones Unidas del 2011 incluso estimó que el país surte un 15 por ciento del mercado mundial de la droga.

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Y mientras otros países en el hemisferio, desde Canadá hasta Uruguay, Chile y Jamaica, experimentan leyes más flexibles, Paraguay se ha vuelto el hogar de la guerra contra la marihuana, más intensa en la región.

Para el presidente Horacio Cartes es personal. En 2014 afirmó haber visto compañeros de clase "sufrir y morir" por culpa de la marihuana.

Eso, a pesar de que el consumo de Paraguay se encuentra entre los más bajos en la región, estimado sólo al 1 por ciento de la población, comparada con el 9 por ciento de Uruguay, y con el 13 por ciento de los Estados Unidos. La ley de Paraguay es en realidad indulgente con los consumidores. La posesión de menos de 10 gramos no es criminalizada. Los productores, sin embargo, pueden enfrentar hasta 20 años tras las rejas.

Kamba Rembe: el pueblo paraguayo que planta y odia a la marihuana. Leer más aquí.

Las redadas del capitán Saprisa son sólo una pequeña parte de una enorme operación que dura 12 días en las llanuras alrededor de Pedro Juan Caballero, el violento pueblo fronterizo en el corazón del próspero mercado de drogas de Paraguay.

En total, la SENAD ha limpiado 326 hectáreas de cannabis durante la operación. Cerca de 10.000 plantas por hectárea, eso representa 3,2 millones de plantas en menos de dos semanas. Para tener una dimensión de las cifras, es preciso mencionar que la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) eliminó aproximadamente 4,3 millones de plantas en todo el 2014, a lo largo del territorio estadounidense.

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'La corrupción es la mejor amiga de los traficantes'.

Con el tamaño de California, pero con una población de apenas siete millones, Paraguay ha surgido como un gran productor gracias a sus abundantes lluvias, días soleados durante todo el año y suelos fértiles. Junto con la marihuana, el país también produce soja, maíz y carne de res.

Paraguay limita con Brasil, uno de los mercados más grandes de marihuana, y un país donde las leyes pueden meter en serios problemas a los consumidores que tengan algo de droga creciendo en su propiedad.

Los beneficios económicos también son enormes. De acuerdo a la SENAD, un kilo de marihuana se vende en 30 dólares en Paraguay, pero puede llegar a costar 400 dólares en Argentina, 500 en Brasil y 1.000 en Chile, quizá uno de los mercados más caros en Sudamérica.

La marihuana legal genera tantos beneficios en efectivo que los bancos están asustados. Leer más aquí.

El legado del régimen autocrático del general Alfredo Stroessner, que duró de 1954 a 1989, también ha impulsado la producción de cannabis.

Las políticas de Stroesser dejaron el 80 por ciento de la tierra en manos del 1,6 por ciento de la población. Eso quiere decir que los ranchos se extienden a lo largo de más de 250.000 acres. Son vastas áreas que un solo dueño no puede controlar.

El problema empeora por una ley ambiental que exige a cada hacienda tener al menos un cuarto de la tierra cubierta por bosque natural, creando el ambiente perfecto para las plantaciones de marihuana clandestinas. La SENAD afirma que 60 por ciento del cannabis del país crece en estas reservas de bosque privado.

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"Entendemos las circunstancias", dice el comandante Oscar Chamorro, jefe de las fuerzas especiales de la SENAD. "Sabemos que la mayoría de los propietarios no quieren tener marihuana. Por eso estamos aquí, para protegerlos".

La agencia dice que otro 30 por ciento de la cosecha nacional de hierba es cultivada en menor escala por campesinos empobrecidos. El 10 por ciento restante crece en reservas naturales públicas que causan serios daños ambientales por la deforestación y el uso de fuertes pesticidas.

Imagen por Simeon Tegel/VICE News

Mientras tanto, la industria ilegal de cannabis ha incitado una ola de narcoviolencia.

Paraguay sigue siendo un país relativamente seguro para los estándares latinoamericanos. Pero la provincia de Amambay, cerca de Pedro Juan Caballero, registró un índice de 67 asesinatos por cada 100.000 habitantes en 2014. Si Amambay fuera un país, habría quedado en segundo lugar como la nación más letal, sólo después de Honduras, de acuerdo a un estudio de las Naciones Unidas del 2013.

Mucha de la violencia está relacionada con la cocaína, siendo Pedro Juan Caballero un punto de tránsito para las mercancías de Bolivia y Perú que se dirigen a Brasil. La frontera es en realidad la calle principal del pueblo, donde no hay puntos de control. Cruzar de un país a otro es tan fácil como dar una vuelta en "u", literalmente.

Pero las pandillas trafican cocaína y cannabis, y es casi imposible distinguir qué narco trabaja con quién. El comercio de marihuana también involucra policías corruptos y "políticas sucias".

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"La corrupción es la mejor amiga de los traficantes", dice Rojas. "No es sólo la policía. En la SENAD tenemos nuestros problemas también. Los narcos cuentan con los recursos necesarios para corromper oficiales".

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Y la corrupción casi siempre va de la mano con serios abusos a los derechos humanos por parte de los policías y los agentes antinarcóticos, los cuales son denunciados por la Defensoría del Pueblo, la autoridad oficial de derechos humanos en Paraguay.

Campesinos residentes de las áreas donde crece la hierba dicen que las medidas en contra de la marihuana los mantienen atrapados en un círculo vicioso de pobreza, narcoviolencia y abusos por parte de los policías.

"Si sólo vendes semillas, no sirve de nada. Los precios son muy bajos", dice Gabriel Dos Santos, líder comunal en Kamba Rembe, un pueblo remoto donde habitan unas 80 familias en el corazón de Paraguay. "Es por eso que la gente siembra marihuana, aunque es un dolor de cabeza y hay miedo en la comunidad".

Dos Santos trata de persuadir a sus vecinos para que dejen el cultivo ilegal, además de ejercer presión sobre el gobierno del presidente Horacio Cartes para que les ayude a desarrollar alternativas en la comunidad, donde la SENAD embargó un botín de 10 toneladas de marihuana empaquetada.

El gobierno ha prestado a la comunidad excavadoras para poder limpiar y aplanar los campos para después usar tractores e incrementar su productividad de cacahuates, maíz, frijoles y yuca.

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'La probé una vez y me puso loco por cinco horas'.

Sin embargo, muchos lugareños necesitan llegar con suficientes recursos económicos a fin de mes, y no piensan dejar su cultivo comercial mas lucrativo.

Uno de ellos, César, que utiliza un nombre falso, dice que la cannabis produce un beneficio anual de 800 dólares por acre.

"Es de buena calidad", afirma el hombre de unos treinta años, vestido con un traje deportivo desgastado y sandalias, mientras saca de su bolsillo un cogollo de resina y trocito de hachís.

"La probé una vez y me puso loco por cinco horas" añade, mientras los cerdos y gallinas vagan alrededor. "No hay semillas y tiene pocas hojas. Eso toma mucho trabajo".

Imagen por Simeon Tegel/VICE News

Aunque sembrar hierba requiere nervios de acero debido a la creciente narcoviolencia y a la constante amenaza de la SENAD. La policía local, sin embargo, está más interesada en los sobornos, para lo cual César aparta dinero, así como para los pesticidas y la mano de obra.

"Los policías sólo se ponen pesados si te niegas a pagar", agrega, recordando una vez en la que sobrevivió a un ataque de los narcos locales, después de que la policía les dijera que él era un informante.

"Me dispararon nueve veces", cuenta César con una sonrisa. "No me dieron, no sé cómo, aunque sí destruyeron mi moto".

César señala que con un presupuesto anual para la SENAD de 10 millones de dólares, y la presión a las autoridades sobre la legalización de la droga, Paraguay está siguiendo de cerca la tendencia hacia la liberación de los narcóticos.

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Aun así, insiste en que no hay planes para retroceder en la guerra contra la marihuana.

"En Paraguay sabemos que no podemos temer a un debate, ni a las tendencias regionales", dijo. "Pero no podemos cambiar todo sólo porque está de moda".

'Me dispararon nueve veces'.

Alguien que sí quiere una nueva política sobre la marihuana es el congresista de oposición, José Ledesma, a pesar de que ha señalado que Paraguay podría "no estar listo para legalizarla". Pero insiste en que el poder de los cárteles y la habilidad para corromper a la policía y a otras instituciones públicas, requiere soluciones novedosas.

"Uruguay ha iniciado una discusión desde la perspectiva de los consumidores. En Paraguay necesitamos iniciar una desde el punto de vista de los productores", dice Ledesma. "Aquellos que están en prisión están en el último peldaño de la escalera. Los grandes jugadores no están tras las rejas".

Chamorro, comandante de las fuerzas especiales de la SENAD, también está consciente de la necesidad de un debate, acentuando el éxito continuo de los narcos frente a los esfuerzos de erradicación de Paraguay.

Incluso aplaude el valor de Uruguay al legalizar completamente la cannabis en 2013. Sin embargo, el comandante aún pone su confianza en la represión.

"El tabaco y el alcohol son ya de por si malos, ¿para qué permitir una tercera droga?", pregunta.

"Antes podía fumar en un avión o en un restaurante. Ahora no puedo, soy virtualmente un criminal. ¿Y cuál ha sido el efecto de reducir el tabaquismo? ¿Hay más o menos fumadores ahora? La prohibición funciona".

El Pulitzer Center on Crisis Reporting financió el viaje para lograr este reportaje.

Sigue a Simeon Tegel en Twitter: @SimeonTegel

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